Teatro, moral y socialismo Acerca de la temática del superhombre en la ideología del Partido Socialista

Julieta Pacheco

Resumen


Todo partido que se precie aspira siempre a convertirse en una poderosa influencia en el conjunto de la vida social. De allí que ningún aspecto de la vida le resulte ajeno. El arte
pasa a ser, entonces, un campo de disputa y de exposición de los valores que se consideran necesarios para el desarrollo de sus fines. Con esta idea en mente comenzamos nuestra investigación sobre la política cultural del Partido Socialista,
concentrándonos en la coyuntura del primer gobierno de Yrigoyen. La pregunta que nos hicimos fue la siguiente: ¿qué política cultural, para qué programa político, para qué interés de clase desarrollaba el Partido Socialista? El estudio de la página cultural de La Vanguardia revela tanto los valores que defendían como el programa político que lo guiaba y los intereses sociales que se defendían. Tenemos como hipótesis que la política cultural del Partido Socialista enfatiza los valores de la superación individual y la autoconstrucción del individuo como personalidad moral, sintetizada en la figura del superhombre. El observable elegido es el conjunto de críticas contrapuestas a dos obras de teatro aparecidas en La Vanguardia hacia 1917: El movimiento continuo y Conservatorio La Armonía, ambas de Armando Discépolo y Rafael José de Rosa


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