Costumbres contra el capitalismo

Ellen Meiksins Wood

Resumen


Recurrir a la historia para justificar el capitalismo siempre ha requerido una
delicada acción de equilibrio. Por un lado, estamos obligados a aceptar que la
modernización capitalista transformó completamente el mundo hacia el inequívoco beneficio de la humanidad. Por otro lado, debemos admitir que nada más ocurrió en este proceso de transformación. No hubo momentos revolucionarios, ni profundos conflictos sociales, ni penosos trastornos. No existió ningún "siglo de la revolución" en Inglaterra, y ni la Guerra Civil ni 1688 tuvieron nada que ver -ya sea como causa o efecto- con los cambios en las relaciones sociales de propiedad. Si, en el siglo siguiente y/o en el posterior, hubo algo así como una "revolución industrial" -y un creciente número de
historiadores negaría que la industrialización fue algo parecido a una "revolución"- esta no molestó a nadie en forma esencial y simplemente mejoró los niveles de vida del trabajador pobre. Cualesquiera hayan sido los males que acompañaron a la "modernización" en el siglo veinte, el proceso original de transformación (que nunca sucedió verdaderamente) fue, en general, favorable (como debiera serlo hoy en los nuevos capitalismos emergentes si no estuvieran corrompidos por su pasado comunista).
De hecho, si el colapso del comunismo no hubiera revitalizado ideológicamente el concepto de "capitalismo", se habría seguido negando su existencia como una expresión diferente de "el mundo moderno" o "la sociedad industrial".


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