Dogmáticos y herejes
Resumen
Este número comienza con la publicación de un prólogo prohibido al libro de James Cannon Historia del trotskismo norteamericano, cuya editorial estadounidense Pathfinder Press, dueña de los derechos, impidió publicar a Ediciones ryr porque incluía una crítica a la acción política de Cannon. El planteo de la editorial, de forma exagerada, da cuenta de una forma de discutir dentro del marxismo: la negativa
a abordar la crítica científica a los “próceres”. En este caso, al aplicar la censura lleva al extremo una práctica que se realiza en forma cotidiana sin necesidad de aplicar los derechos burgueses. La mayor parte de los partidos de izquierda se referencia en torno a la tradición de un dirigente incuestionable. Todos parten de Marx y por lo tanto se reivindican “marxistas”, aunque dado que Marx no hizo una revolución y además suponen que hubo cambios sustantivos en las leyes del capital a partir del siglo XX, las divisiones pasan por referenciarse a través de otros. “Trotskistas”, “maoístas”, “guevaristas”, entre otros grupos, se autocensuran a partir del momento en que asumen su nucleamiento en torno a ideas incuestionables. De esta forma, el carácter científico del socialismo se transforma en la aplicación de las sagradas escrituras al análisis de la coyuntura. En el momento en que alguien critica alguno
de dichos principios, el debate se aleja de la argumentación racional para, primero acusar de no conocer las escrituras, y luego aplicar el epíteto de hereje. De esta forma, en lugar de hacer avanzar el conocimiento científico como forma de organizar la acción revolucionaria, la política se ordena a partir de axiomas incuestionables cuya capacidad reside en generar acuerdo en torno a ideas comunes sólidas pero no en
la comprensión del mundo que se quiere transformar.
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