Casas ajenas. La naturaleza de las naciones

Fabián Harari

Resumen


Por el momento, no podemos dejar de pertenecer a ellas, sepamos o no qué trae el carnet de socio. Son la forma principal por la cual se clasifica a las personas a lo largo del planeta. Las entidades por la que se exige una lealtad casi excluyente. Las que imponen la celebración de fiestas en su nombre y prescriben solidaridades entre clases antagónicas. Nos reclaman una serie de obligaciones a veces ineludibles y, en cuanto lo necesitan, logran que millones de personas abandonen sus hogares durante un tiempo prolongado con el solo objeto de asesinar gente y destruir bienes en su nombre. Se las llama “naciones”. Y si algún incauto concurriese a algún académico o funcionario a preguntar cuál es su contenido, seguramente luego del estupor inicial, recibiría como respuesta una serie de desacuerdos, definiciones más bien contradictorias y provisionales o, directamente, la renuncia a cualquier explicación. La imagen no mejoraría si decidiera acudir a alguna organización revolucionaria. Muy por el
contrario, se encontraría con lugares comunes más insólitos todavía. Es que, a diferencia de conceptos como “clase”, “explotación” o “Estado”, la ciencia social no ha logrado una definición de lo que llamamos “nación”. No hay una obra sobre el tema a la altura de El Capital o El Estado y la revolución. Pero, sin un conocimiento del objeto, decidir qué hacer con él (apoyar, combatir, aliarse circunstancialmente) resulta un enigma sin descifrar, que se resuelve empíricamente a través de intervenciones de corto plazo basadas en impresiones. Es decir, hay una disparidad importante entre la trascendencia del problema y los intentos por comprenderlo.

Texto completo:

PDF PDF

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.


Indizada con inclusión de resúmenes (Latindex -categoría 1- y Dialnet).

Razón y Revolución está bajo licencia Creative Commons by-nc